Abrázame
—la piel es el cantil a donde
peregrinan los náufragos—;
abrázame, susurro,
aunque sé que tu cuerpo
se pierde en un fascículo de píxeles
ajenos al deseo.
Hablamos de las cosas más triviales
y de la extraña herida que nos impuso marzo:
mi perro dormitando junto al ficus,
tu casa huele toda a pan quemado;
la orfandad de los días,
la muerte, los aplausos.
Quizás el mes que viene podamos dar paseos.
Te abrazaré, susurras,
y yo te abrazaré,
y mayo se abrirá como un nenúfar
acunado en la promesa del agua.
@hpoeticus
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