lunes, 9 de noviembre de 2020

Dafne

                                   «Vístete de color romántico
                                          y serás protagonista en mi película».
                                                                     mocedades

 

Los ojos de mi madre son haces de laureles

donde encuentra su luz la clorofila.

 

Algunas noches me cuenta la historia

de cierta dríade que se casó

con dieciocho años.

Ella se sentía sola en Madrid;

él apresaba musas con su lira.

 

Hay restos de raíces en sus labios;

por eso sus palabras

arrastran la ternura

de la tierra mojada.

 

Después llegaron los inviernos negros,

los hematomas, la desolladura;

los ciegos gritos que el infiel arquero

tapiaba con promesas como zarzas.

 

Mi madre canta nanas a las flores

nacidas de sus pechos.

Cuando se ducha alza los brazos, los estira,

y el agua templada, barriendo el lodo,

convierte cicatrices en nidos de cascadas.

 

Hasta que se cansó. 

Hasta que Dafne decidió escapar.

Aprovechando que Apolo dormía

su borrachera lejos,

            protegió los esquejes y las yemas                 

tras sus ramas secas, sanguinolentas.

            Sus piernas destruyeron la corteza.

            Y comenzó a correr.

 

Mi madre es una dríade

a punto de cumplir sesenta y ocho años.




El peluquero del pueblo

            ¿Sabía usted que la peluquería de mi padre fue el primer establecimiento del pueblo? Sí señor, antes que los bares y el ultramar...