domingo, 22 de enero de 2023

Tanta vida

 

Me arrastré para amarte simplemente

porque yo,

escúchame, 

porque yo

arrancaba mi piel todas las noches

queriendo ser un hombre que no era.

Devoré tus promesas:

quise entibiar tu cama,

llegar a casa, cansado, ya sabes,

igual de roto de lo que llegabas tú,

y abrazarnos con ansia

hasta que alguno de los dos contara

una anécdota absurda

con la que reírnos a carcajadas.

Tardé en reconocer 

tu papel como aspersor de futuros

ante otros hierbajos

y seguí reptando sencillamente

porque yo,

escúchame, 

porque yo

quise amar en ti lo que en mí no amaba.

Meng Po invita a té


Que tu recuerdo flote

como un pellizco acuoso

manchado por neblina

o el regusto de la leche cortada.

Que al nombrarte resuenen 

ecos presos en cuevas antiquísimas

y solo me llegue un ligero olor

a madera quemada.

Que al tropezarme contigo en la calle

mi paso se convierta en herradura

y deseche tu huella como quien sacrifica

predicciones de estelas.

Que me resulte ajena la materia

con que tus brazos construían cimas.

Porque quiero que seas

el granizo que cesa,

el parpadeo después de un destello,

aquel incidente sin importancia

sobre el que echar un velo.

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