Antes que la hojarasca,
haces húmedas de luz
aventaban vuestra casa.
Herviremos leche recién ordeñada
y asaremos las castañas que traiga
tu abuela en el mandil
cuando llegue de casa de Xirome.
Serás feliz en la ciudad,
pero recuerda siempre
la muda mansedumbre del helecho;
no olvides cada musgo abrazado al río
ni la agotadora labranza.
Hay huella en todo aquello que nos impulsa.
Tantos años después,
tizones enterrados
regresan al camino
como uvas caídas que pican las gallinas.
lunes, 22 de noviembre de 2021
Autumn leaves
Monarca
Morirá como cabeza de violín
tras su placenta viscosa,
se pudrirá aplastado
bajo dentelladas de algodoncillos.
¿Quién le va a enseñar a sembrar parterres?
****
Kilómetros, kilómetros;
somos racimos efímeros de alas
en plena mutación adormecida.
Anhelamos los colores
donde anide nuestra sed aposemática.
****
Mi patria ondea ahora
en los bosques de oyamel.
Y hasta aquí volé para morir.
****
Se equivocaban:
la tibieza del tiempo
solo puede apreciarla
quien ha renunciado
a ser larva o crisálida.
domingo, 3 de octubre de 2021
En el lago de Starnberg
Summer surprised us, coming over the Starnbergersee.
Flotan las últimas embestidas de junio. Cuando el agua comienza a filtrarse a través de los zapatos, millones de gimnotos sacuden su cuerpo como trenes que descarrilan. Pero el rey permanece ajeno a los calambres. Ha estado toda la noche vagando en uno de sus trineos dorados y se siente adormilado. O quizás el médico Gudden le ha escondido algún tipo de somnífero en la comida que le mantiene somnoliento. Sin embargo, se resiste a cerrar aún los ojos; por eso permanece inmóvil durante unos minutos mientras contempla las montañas que intentan sacudirse los nudos rezagados de nieve. De hecho, el silencio bávaro le arrastra a su infancia, al castillo de Hohenschwangau, donde su hermano Otto y él jugaban felices a ser los héroes germanos que los observaban desde los tapices y pinturas de las paredes; la infancia siempre es un mito hermoso para el hombre que aún no ha madurado. Pero sabe que no le echará de menos: en el fondo solo desea estar en sus aposentos de Neuschwanstein. Ha sido terrible comprender que es un hombre incomprendido emplazado por la providencia en un tiempo erróneo.
Avanza varios pasos y el lago comienza a lamerle las rodillas. Ahora le dentellea un atisbo de miedo, de incredulidad melancólica. Aun así, debe seguir adelante con la misma inusitada fortaleza con la que cumplía milimétricamente las órdenes a la hora de estudiar y ejercitarse de pequeño, controlado por sus preceptores ante un padre ausente, una madre demasiado protectora y un hermano que empezaba a mostrar signos de trastornos mentales. Se comprendería, entonces, que la falta de la figura paterna le llevara a refugiarse en el talento de Wagner. Porque nadie le preguntó nunca, porque él no nació para los asuntos políticos, porque el deber endémico chocaba con su deseo de dedicarse a la poesía y escuchar óperas. El anillo del nibelungo, Tristán e Isolda, Lohengrin. Ah, Lohengrin, ah querido Wagner. No se cumplió el mito, amigo. Ningún hombre vino a salvarle porque Paul tampoco está. Todavía recuerda al príncipe ensayar a tus órdenes en una armadura plateada con esa voz grave para actuar el día de su vigésimo cumpleaños. Ninguno de los dos le acompaña ya. Incluso sus sirvientes, de los que se rumorea que se acuesta con ellos, han comenzado a rehuirle y a cuchichear. Y esa falta de respeto le duele.
Su pecho está anegado y sonríe tímidamente cuando imagina a su prima Sisi desde el palacio de Possenhofen abroncarle de forma cariñosa por adentrarse tanto en el lago. Gaviota recitaría desgañitándose versos sobre el azul de sus ojos desparramado por Starnberg. En un giro dramático, cerraría las ventanas emocionada y seguiría con sus tareas. Porque Sisi sabe que el rey es un experto nadador; lo que ignora es que a el ya no le quedan ganas de nadar.
Es hora del último acto, el agua le llega a la altura de la nariz. De pronto, un cisne se cruza delante él y comparten una fugaz mirada. Lohengrin, oh, Lohengrin. Su madre le contaba durante los paseos por la montaña que en la mitología griega el cisne era un ave asociada a Apolo como dios de la música porque se creía que poco antes de morir cantaba una hermosa melodía. El cisne baja el cuello y se aleja lentamente. Entonces, el rey evoca los acordes de una canción cuyo título no recuerda. Y cierra los ojos. Os dirán que estaba loco, pero él, Luis II de Baviera, es agua.
La perfumista
viernes, 10 de septiembre de 2021
2050
Cuando apenas podamos afrontar
la última factura de la luz
porque el noventa por ciento de nuestro salario
sufragará una deuda que no hemos firmado;
cuando amordacemos pedos y eructos
ante el impuesto verde,
quizás nos queden los libros, amor
—si no los han quemado,
si aún el sol es gratis—,
y seguiremos juntos.
Cuando volvamos a anular la cita
de una operación insoportablemente cara,
y disimulemos el dolor de espalda,
los dientes podridos, la tendinitis;
cuando vivamos en pisos esqueléticos
con camas repartidas para varias familias,
quizás nos queden los parques, amor
—si no nos cobran a céntimo el paso,
a nosotros, obesos como tumores de bocio;
y digo pasos como puedo decir
parpadeos, latidos,
resuellos, bostezos—,
y seguiremos juntos.
Cuando el jefe permita cinco minutos libres,
(jornadas laborales
de trece horas, siete en vacaciones,
han prohibido las huelgas);
cuando para comer
tengamos que rascar la mugre apelmazada
en los azulejos de la cocina
o la orina devuelva la fe
a unos labios agrietados,
nos quedarán los recuerdos, amor
—si el gobierno no procesa
mediante sensores sofisticados
la cantidad de pensamientos
que produce nuestra mente
y los empaqueta en haces de créditos
que grava según la energía
de la evocación—,
y seguiremos juntos.
Cuando alguno de los dos, viejos ya,
sacos de hollejo y sarna demasiado rendidos,
decida convertirse
en carne de cuchillo
sin que el otro lo sepa
hasta el día siguiente,
qué nos quedará, dime.
Ellos, amor, siempre quedarán ellos;
y mansiones sin libros,
y ciudades sin pájaros ni parques,
y hombres sin memoria.
Y el silencio común que nos ungió de ruina.
domingo, 16 de mayo de 2021
Keukenhof
tanta fruta podrida,
tantas ubres hambrientas,
que tropezábamos continuamente
con ojos secos como espejos rotos.
Porque sabed que en manos de los dioses
solo somos cordones
umbilicales atados a brújulas.
Ostara, sin embargo, custodiaba
simientes en las quillas de su falda.
Y al estallar la lluvia,
plantó wisterias sobre nuestros tocones, lirios,
tulipanes, narcisos, agapantos.
Porque sabed que la escarcha siempre esconde
una promesa tibia,
la leche primigenia sobre la que se erige
Los nueve moáis de Ahu Akivi
Cuando la luz avance, somnolienta
ya, por la ladera, como una bruma
de polillas doradas
o la cola de un vestido de novia
que huye hacia el interior de la isla,
mientras la sombra la persigue y va
lamiendo nuestros pies, nuestras rodillas;
las caderas, los hombros,
hasta que el trigo austral
araña su último sacrificio,
comprenderé en tu rostro
la belleza sagrada
de lo que se resiste a ser nombrado.
domingo, 2 de mayo de 2021
Un hijo o La corteza y su raíz
interior el que salta
como una llamarada imprevisible
cuando escucha las llaves en la puerta
y corre para abrazarte con fuerza
sin permitir que lleves
las bolsas de la compra a la cocina,
y mis labios quieren desescombrar
tus mejillas del frío de febrero.
No soy yo: es el perro
faldero que se posa en tu regazo
mientras ves Pasapalabra sentada
en tu lugar favorito del sofá.
Es el hombre que agarra
suavemente
tus cuarteadas manos de amazona
y las acaricia para ahuyentar
el hollín con que a veces
la rutina te ensancha las ojeras.
No soy yo, mamá: es un pedacito
de ti
arrancado de su raíz.
jueves, 25 de marzo de 2021
Hola ríos, hola fuentes
A Rosalía de Castro
Volvió a Bastavales,
Rosalía, la niña
que recitaba miña
terra por los trigales.
Hola hogar, hola viña;
campanas, ortigales;
bienvenida, morriña.
domingo, 14 de marzo de 2021
Primer estado de alarma
el tiempo en dos muñones
desiguales,
mi taifa se reduce
a cuarenta y cinco metros cuadrados.
Ahora que tengo pan congelado
para varias semanas,
pasta, legumbres, botellas de vino,
leche, papel higiénico;
música, series, libros,
reviso mi concepto de futuro,
tendría que haber adoptado un perro,
mi madre está borracha todo el día,
mañana es el vecino a quien no vemos
sábado, 20 de febrero de 2021
A pesar del diluvio
pero te miro y el mundo sigue ahí,
venciendo al parpadeo del filósofo
como un durazno joven besado por el sol.
Qué nos queda sino la confianza
en el diente de león y no en la esquirla,
en la violenta belleza del latido
y no en el soterramiento de labios;
qué añoramos sino el camino verde…
Sí, estos huesos rotos nos pertenecen,
heñimos todavía la tierra y la nieve,
pero te miro y la vida sigue ahí,
ávida, íntegra en su fragilidad
a pesar del diluvio.
El tacto
peregrinan los náufragos—;
abrázame, susurro,
aunque sé que tu cuerpo
se pierde en un fascículo de píxeles
ajenos al deseo.
Hablamos de las cosas más triviales
y de la extraña herida que nos impuso marzo:
mi perro dormitando junto al ficus,
tu casa huele toda a pan quemado;
la orfandad de los días,
la muerte, los aplausos.
Quizás el mes que viene podamos dar paseos.
Te abrazaré, susurras,
y yo te abrazaré,
y mayo se abrirá como un nenúfar
acunado en la promesa del agua.
@hpoeticus
domingo, 31 de enero de 2021
Patiens
Mientras tú en otros cuerpos dibujas
viejos lunares de segunda mano,
y te arrulla tras un eco lejano
el sabor de mis lágrimas granujas,
yo hilaré el invierno con las agujas
del reloj, como anhela un viudo en vano
que vuelva su mujer algún verano
y bailen juntos en las horas brujas.
Penélope es una burda impostora
a mi lado y Job es un becario
contratado a tiempo parcial por obra
y servicio. Yo te espero; me sobra
paciencia para tejer tu sudario.
Roma no se construyó en una hora.
@hpoeticus
La frente
Mientras duermes, una frente apoyada en el cristal del salón rumia barro. Han tiznado las estrellas con sarro, apenas yerra carne desalmada....
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El aullido del lobo y el cordero que bala. Abril tiene aún escarcha en los pechos, abril es ...
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Mientras duermes, una frente apoyada en el cristal del salón rumia barro. Han tiznado las estrellas con sarro, apenas yerra carne desalmada....
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A Inés. Al pueblo gallego. ... pois, onde quer, xigante a nosa voz pregoa a redenzón da boa ...