Vuestros 140 caracteres
(actualización: 280
a partir de noviembre de dos mil diecisiete)
hieden a vómito y a purulencia,
apestan a cadáver descompuesto.
La palabra es un arma
cargada de futuro,
pero la vuestra, revolucionarios
de cartón piedra, es un vaciado
sordo del (hu)eco de vuestra conciencia.
Lideráis degollinas
con el culo pelado por bandera.
Y sin ser yo muy listo, apostaría
mi futuro a que no
levantáis la vista de la pantalla
por miedo a que la espada
de Damocles os hiera.
Quitaos las botas y salid del corral,
el combate se libra en otra plaza;
dejad de apuntar a quien está de vuestra parte.
Vosotros, batallón descolorido
de pájaros azules,
secuaces de la inercia,
os habéis convertido
en escudos humanos
de trajes y despachos.
Vosotros, masa imprecisa de ombligos,
lacayos de un sistema que os maneja
para desguazar la verdad del otro
(la verdad es un bostezo sin fondo),
eyaculadores de bilis negra,
representáis la cuartada perfecta.
Libres entre barrotes,
soberanos con hilos
sobre vuestros tronos de marionetas.
Pero seguid, seguid
barnizando el estiércol.
Porque un día, inesperadamente,
la realidad os quemará el gañote,
y ese día desearéis haber conservado
un mísero granito
de amor propio.
Buen tema, además de necesario, con ese guiño a Blas de Otero también en el estilo y en la forma. Me gustó el remate final, es difícil manejar este tipo de poesía.
ResponderEliminarAnónimo: muchas gracias por leer el poema y por haber dejado un comentario. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo enorme.
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