domingo, 7 de abril de 2024

Hijas de la abundancia

 En los cotiledones nace el tiempo,

pero el tiempo es granizo que no cesa. 

Eso ya no importa mucho 

ahora

que la hoja, desmembrada, cae

hacia un abismo ignoto de aceras húmedas. 

Cabecea también la tarde

vencida por la luz, aunque 

                                               ahora

nos concierne la hoja

con su digno vaivén de despedida,

su negra nervadura,

su peciolo podrido.

Pajiza, silenciosa.

Al posarse en mis manos lo comprendo:

son todos los besos 

de la última noche de verano.



Hijas de la abundancia

  En los cotiledones nace el tiempo, pero el tiempo es granizo que no cesa.  Eso ya no importa mucho  ahora que la hoja, desmembrada, cae ha...