domingo, 26 de noviembre de 2017

Posverdad

Vuestros 140 caracteres
(actualización: 280
a partir de noviembre de dos mil diecisiete)
hieden a vómito y a purulencia,
apestan a cadáver descompuesto.

La palabra es un arma cargada de futuro,
pero la vuestra, revolucionarios
de cartón piedra, es un vaciado
sordo del (hu)eco de vuestra conciencia.
Lideráis degollinas
con el culo pelado por bandera.
Y sin ser yo muy listo, apostaría
mi futuro a que no
levantáis la vista de la pantalla
por miedo a que la espada
                                  de Damocles os hiera.

Quitaos las botas y salid del corral,
el combate se libra en otra plaza;
dejad de apuntar a quien está de vuestra parte.

Vosotros, batallón descolorido
de pájaros azules,
secuaces de la inercia,
os habéis convertido
                                  en escudos humanos
                                  de trajes y despachos.

Vosotros, masa imprecisa de ombligos,
lacayos de un sistema que os maneja
para desguazar la verdad del otro
(la verdad es un bostezo sin fondo),
eyaculadores de bilis negra,
representáis la cuartada perfecta.
                                  Libres entre barrotes,
                                  soberanos con hilos
sobre vuestros tronos de marionetas.

Pero seguid, seguid
                                  barnizando el estiércol.
Porque un día, inesperadamente,
la realidad os quemará el gañote,
y ese día desearéis haber conservado
un mísero granito
                                  de amor propio.



domingo, 5 de noviembre de 2017

Conticinio

Un frenético convento de monjas
carmelitas custodia
sus votos de pobreza,
castidad y obediencia.
La madre superiora las observa
con rostro menguante
y picado de viruela.

Desconocen que un efímero dios
araña silente
sus hábitos buscando el secreto
del tragaluz enhebrado en la sombra.

Aquí abajo
el mundo enmudece bajo su piel
de pantera, la vida acecha
y al sereno se le han olvidado las llaves.

El inmortal hombre sigue arañando.
Tal vez esta noche
vislumbre la respuesta
entre los asterismos
                                     y las constelaciones.                    



Hijas de la abundancia

  En los cotiledones nace el tiempo, pero el tiempo es granizo que no cesa.  Eso ya no importa mucho  ahora que la hoja, desmembrada, cae ha...